11 abril 2020

Escrito el 11/04/2020.

Solemos hablar de lxs demás cuando no actúan de la manera que unx espera, cuando mienten, cuando cometen accionares fallidos. Pero, ¿Hablamos de nosotrxs cuándo lo hacemos?
En varias ocasiones nos engañamos y creamos una realidad alterna que no nos duela tanto para aceptar la realidad que nos toca.
Considerándome una persona sumamente honesta que odia la mentira y todo lo que ella conlleva, siento que me estoy fallando a mi misma, que estoy yendo en contra de mis ideales y de mis convicciones. Y me pregunto, ¿Hasta cuándo? Hasta cuándo pretendo seguir engañando a mi mente haciendo como si no pasara nada cuando en realidad está pasando todo.
¿Cómo asumir algo que tu mente te dice que está mal pero tu corazón te dicta lo contrario? ¿Cómo poner las cartas sobre la mesa si ni siquiera tengo el mazo?
Las personas acostumbramos a elegir siempre el camino más fácil, el que menos trabajo y agotamiento mental nos cueste, por el que sabemos que las cosas nos van a salir un 99% bien. Pero, ¿Por qué elegir el camino más fácil y no arriesgarnos a que se nos complique pero tenga mejores resultados? ¿Por qué nos gana el miedo? ¿Y si estamos perdiendo algo importante por temor? Si tan sólo decidimos no seguir ese camino difícil por las dificultades que se puedan presentar, ¿Qué nos hace creer que estamos yendo por la dirección correcta y no por la más fácil? El miedo.
Particularmente siempre fui una persona miedosa. Con miedo a fracasar, con miedo al qué dirán, con miedo a dar un paso en falso, a sufrir, a llorar, a romperme; pero la vida me demostró que yendo por el camino fácil te podes romper igual.
Hoy me digo a mi misma: Elegí el camino difícil.
Elegí ese camino que te cueste lágrimas, paz mental, felicidad, ese que te cueste personas y hasta momentos; Ese camino que por instantes te de ganas de renunciar pero haya algo que te empuje a seguir. Ese camino que aunque llegues a destino despeinada, un poco golpeada, con curitas en el corazón y un par de lágrimas menos, levantes la mirada y digas: Valió la pena cada dificultad pero hoy estoy donde quiero estar.

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